Amelia de la Ballina, médico estomatólogo

En estos difíciles momentos para toda la humanidad, jamás imaginados ni imaginables, puesto que nos sentíamos totalmente evolucionados: capaces de poder hablar y compartir a distancia nuestros conocimientos, hacer videoconferencias, un mundo digital que evolucionaba a un ritmo impensable hace muy pocos años, hemos chocado de frente con nuestra enorme vulnerabilidad.

Pero…, aunque todo nuestro entorno nos advertía del peligro que corría el planeta, se morían animales en el polo, peces en el mar, pájaros en el aire, el deshielo, la desertización, el cambio climático, nos parecía que nosotros que éramos los causantes de este caos estábamos indemnes, que las consecuencias las sufrirían las próximas generaciones, teniendo algunas dificultades. Lo que nunca, nunca, nos habíamos planteado era que un pequeño virus tuviese un comportamiento tan caótico como para lograr parar el mundo, destruir vidas, saturar nuestros hospitales, meternos en casa, dentro de nuestros hogares y de nosotros mismos.

Cero que, además de un confinamiento general, en este tiempo debemos tratar de abrirnos a sentir una nueva dimensión de Vida. Hagamos una reflexión profunda: ¿Qué puedo hacer para mejorar el mundo?


Hoy suena a falacia, quizás nos lo teníamos que haber planteado antes, pero el pasado ya es pasado y como tal, no es modificable. Centrados en este momento presente tendremos que hacer algún cambio esencial en nuestra forma de abordar nuestro día a día, nuestros sentimientos, nuestra alimentación, nuestras relaciones humanas, nuestro amor al prójimo. Se acabó el tiempo de mirar para otro lado, y dejar para mañana lo que se puede hacer hoy.

Si cada uno de nosotros hiciese pequeños cambios positivos, pero profundos, el efecto dominó sería infinito y maravilloso.

¿Por qué no hacernos algunas preguntas sencillas? ¿Hacer lo que me apetece …hacer lo que me conviene? ¿Hago lo que me gusta? ¿Me cuido lo suficiente? ¿Cuánto tiempo dedico a mi bienestar?


Esos pequeños cambios positivos pueden empezar por la alimentación, o lo que es lo mismo, comer bien para nutrir bien nuestras células: hemos oído muchas veces que somos lo que comemos, y es totalmente cierto.


Una alimentación rica en verdura, fruta y agua, es elemental en estos momentos que debemos potenciar nuestra inmunidad, lo sabemos pero no lo hacemos. De verdura, fruta y agua es de lo único que podemos abusar:


   – desayunar fruta y tomarla a lo largo de la mañana
   – comer de primer plato una ensalada de la huerta
   – merendar fruta
   – cenar ligero y siempre verdura cocinada con algo de proteína (pescado)


Llevar a cabo este cambio nutricional será energético y muy saludable para esta época de confinamiento. Continuarla después de que todo esto pase será un cambio de vida que mejorara nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.


Este confinamiento también nos tiene que hacer reflexionar sobre cuales son nuestros problemas de salud, porque estoy segura que algunos de ellos podemos resolverlos nosotros mismos, haciendo pequeños cambios, pero muchas veces no disponemos de las herramientas necesarias, por eso, yo me he propuesto ayudaros, aportar mi grano de arena a este momento y me abro a recibir vuestras consultas sobre salud para contribuir a un cambio de mentalidad: el de ocuparse de la salud, no preocuparse cuando las cosas van mal. Ocuparse de la salud es un trabajo en si mismo, pero bien realizado os aseguro que tiene enormes recompensas: una buena salud.

Si quieres hacerme cualquier consulta de salud o nutrición, puedes enviarme un correo pinchando aquí: